Skip to main content

Feliz el hombre
que no sigue el consejo de los malvados,
ni va por el camino de los pecadores,
ni hace causa común con los que se burlan de Dios,
sino que pone su amor en la ley del Señor
y en ella medita noche y día.
Ese hombre es como un árbol
plantado a la orilla de un río,
que da su fruto a su tiempo
y jamás se marchitan sus hojas.
¡Todo lo que hace, le sale bien!

Salmo 1:1-3 (DHH)

Felicidad verdadera

 Qué llamativo es el comienzo de este Salmo: “¡Feliz el hombre”!

 Siempre que tengo la oportunidad de pensar en el comienzo de este salmo, me imagino lo siguiente: Estoy en la estación de trenes Plaza Constitución, en hora pico. Imagino a un hombre que señala a una mujer, llamándola: ¡Mujer feliz, mujer feliz! La   mujer es de apariencia sencilla, humilde, sin nada que pueda llamar la atención. El hombre continúa llamándola, en voz alta: ¡Mujer feliz, mujer feliz! La mujer lo mira y sonríe con amabilidad. Lo que dice el hombre es cierto.

 Las personas alrededor de la mujer se le quedan mirando. Los más escépticos se preguntan: “¿Realmente será feliz? ¿Cómo ha conseguido esa felicidad?” Otro escucha la conversación, y piensa: “seguro que ganó un premio millonario”, otro supone: “de seguro le fue bien en el trabajo o quizás solucionó un gran problema”. Y así, las personas en el andén, pasan un buen rato sacando conclusiones sobre el motivo por el cual esta mujer es llamada: “Mujer feliz”

 Esta historia me ayuda a reflexionar acerca de qué piensan las personas sobre los motivos o las causas que pueden hacernos felices.

 La Biblia nos enseña que las personas son declaradas felices o dichosas, unas veces por lo que son y otras por lo que hacen. Este último es el caso del hombre del Salmo 1. Este hombre es declarado feliz, porque:

  • no sigue el consejo de los malvados,
  • ni va por el camino de los pecadores,
  • ni hace causa común con los que se burlan de Dios,

 Este hombre ha tomado la decisión de vivir una vida diferente, ha comenzado un camino nuevo, en dirección a la felicidad.

 En este camino nuevo, el hombre:

  1. pone su amor en la ley del Señor (La Biblia)
  2. y medita en ella día y noche.

 Poniendo su amor en la Palabra de Dios este hombre es como un árbol plantado a la orilla de un río, que da su fruto a su tiempo y jamás se marchitan sus hojas. ¡Todo lo que hace, le sale bien!

 Reflexión: ¡Sí, es posible! Puedes ser un hombre o una mujer feliz.

 Si cada día, pones tu amor y atención en los dichos del Señor (La Biblia) y meditas en ellos día y noche, tu vida será una vida fructífera, útil, provechosa y llena de propósito, agradable a nuestro Dios y de servicio a  nuestros hermanos.

 Oración: Señor, dame hambre por tu Palabra. Que cada mañana al despertar y al terminar el día pueda encontrarme contigo a través de ella. Quiero conocerte más. Quiero crecer en amor por mis hermanos. Quiero que tu Espíritu Santo, que mora en mí, pueda ayudarme a ordenar mis prioridades para vivir en tus caminos. Te lo ruego en el nombre de Jesús, mi amado Salvador, amén.

Pablo Quiñones.

Pastor de Comunidad JA.

Next Post