Skip to main content

La caña cascada no quebrará,

Y el pábilo que humea no apagará,

Hasta que saque a victoria el juicio.

Mateo 12:20

Dios de oportunidades

 Hace varios años atrás, luego de terminar mi último año del secundario, decidí cambiar mi viaje de egresados por un viaje para visitar amigos en Estados Unidos. Ellos estaban en Chicago, y estudiaban en una hermosa universidad de esa misma ciudad. En la habitación donde me hospedaron había estudiantes de varias partes del mundo y la mayoría, de buen poder adquisitivo. Una tarde, me acerco al cesto de basura para arrojar un residuo y veo que allí hay una caja plástica rectangular. La extraigo, analizo, leo la descripción, y era nada más y nada menos que un afinador electrónico con metrónomo digital. Nunca había visto uno así hasta ese momento. Les pregunto a mis amigos si por error se le habría caído a alguno. Para mi sorpresa, uno de ellos dice que lo arrojó a propósito porque se le había acabado la batería. Y argumentó que le resultaba más cómodo comprar uno nuevo que estar perdiendo tiempo yendo hasta una tienda sólo por una batería. Sin dudarlo pedí quedármelo, lo cual no hubo problemas.

 Vivimos en la época del desecho o descarte. Pareciera ser que cada vez las cosas duran menos, y la gente ya no opta por la recuperación o reparación… simplemente desecha. Esta acción no se aplica únicamente a herramientas, muebles o tecnología, lamentablemente las personas no quedamos exentas. Matrimonios o parejas prefieren la ruptura antes que invertir tiempo en restaurarse. Padres e hijos se distancian en lugar de pelear por la unidad familiar. Relaciones interpersonales y vínculos íntimos son descartados o cambiados rápidamente por otros. En fin, en ocasiones nos sentimos que podemos ser reemplazados o descartados cuando ya no le servimos a los que nos rodean. Pero acá viene la buena noticia. En Mateo 12:20 dice lo siguiente en relación a la obra de Jesús: “la caña cascada no quebrará, ni el pábilo que humea apagará”. Las cañas en la antigüedad servían, entre otras cosas, para apoyarse en el camino. Cuando éstas se marcaban o doblaban, muchos las terminaban quebrando y desechando. El pábilo junto a las vasijas con aceite servían para iluminar. Cuando comenzaba a consumirse ese pábilo, o mecha de lino, el humo terminaba siendo mayor que el beneficio de la iluminación. En ambas ilustraciones o figuras, la Biblia nos muestra que Jesús no sería igual a los demás. Él no nos desecharía, Él no nos descartaría, sino todo lo contrario. Él nos busca, toma tiempo con nosotros, nos restaura, nos limpia y de esta manera nos sigue dando lugar en Sus propósitos. Jesús no te desecha, Él te da oportunidades y sigue insistiendo en tu vida aunque todos los demás te hayan descartado. Recordá esto siempre: en las manos de Jesús seguirás siendo una caña erguida y una llama que sigue iluminando.

Pastor Fernando Muñoz.

Next Post