“Si Dios transformó mi vida, que no servía para nada, cuánto más hará contigo.”
Diego López
Estimado amigo/a:
¡Qué alegría nos da que nos estés visitando! Mi nombre es Diego Lopez y quiero contarte muy brevemente lo que sucedió en mi vida cuando permití a Jesús entrar a mi corazón.
Crecí en un hogar de una madre soltera, una mujer muy trabajadora, siempre queriendo lo mejor para sus dos hijos. Mi madre hizo un esfuerzo tremendo para darme una muy buena educación, tuve una infancia hermosa, ¡nunca nos faltó nada!
Ya entrando en la adolescencia, recuerdo que mi madre concurría a boliches bailables. Ella era muy joven, muy inexperta y sin una pareja estable. Comete el error de permitirme frecuentar esos lugares ¡Ahí empezó mi rebeldía! Tampoco me ayudó mucho el hecho de vivir en un barrio donde la marginalidad, las drogas y la delincuencia era algo normal. Con sólo 13 años empiezo a involucrarme en el ambiente de las drogas, mi vida toma un rumbo totalmente contrario para el que fui educado y el que había proyectado mi madre.
En 1993 mi madre contrae VIH (SIDA) y con apenas 38 años fallece. Mi hermana, con 12 años, se va a vivir con mis abuelos y yo, con 17 años, quedo viviendo solo, ya que nadie quería lidiar con un adolescente rebelde, drogadicto y sumergido en la delincuencia.
Después de pasar por situaciones horribles, momentos muy dolorosos, recuerdo que me tuve que ir del barrio porque me incendiaron el departamento donde vivía. Después de estar en un ambiente muy oscuro, termino preso por unos cuantos días. Al salir me fui a vivir con mis abuelos, ellos eran fervientes creyentes evangélicos, que nunca dejaron de orar por mí.
A los 21 años tuve un encuentro con Jesús. Él entró en el corazón de ese joven perdido, y mi vida cambió rotundamente. Ya las drogas no eran parte de mi vida, ¡había encontrado la felicidad! Jesús había llenado el vacío que había en mi interior.
Para ese entonces conozco a una chica en la iglesia, me enamoro, me caso y cuando estaba en plena certeza de que estaba formando una familia, a los 45 días de haberme casado, mi esposa fallece de VIH (SIDA), mi vida se vino abajo.
Conociendo esta enfermedad de la cual había fallecido mi mamá y ahora mi esposa, creí que mi vida se terminaba, pero ahí entró nuevamente en acción Jesús.
Después de hacerme estudios cada tres meses, por un año de continuo, no me detectaron ninguna enfermedad, siempre el Señor estuvo para cuidarme.
Hoy, hace 23 años que estoy casado nuevamente, tengo dos hijos maravillosos de 14 y 17 años, Dios ha bendecido mi vida de una manera sobrenatural.
Quiero alentarte a que creas que Jesús puede transformar tu vida, no sé cuál sea tu situación, pero lo que sí sé es que si Dios transformó mi vida, que no servía para nada, cuanto más lo hará contigo.
“Jesús los miró y les dijo: —Es imposible para los hombres, pero para Dios no hay nada imposible.” Mateo 19:26