“A cualquiera que me oye estas palabras, y las pone en práctica, lo compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca”
Mateo 7:24
La obediencia que genera dependencia
¿Cuánto nos cuesta obedecer a Dios?
Uno de los errores más frecuentes en nuestra vida es pensar que tenemos todo controlado. Que somos autosuficientes y podemos manejar los distintos escenarios que la vida nos presenta. Aun cuando somos adultos creemos que nada nuevo podemos aprender o que nadie nos puede enseñar. Pero si Dios te pusiera un nuevo desafío, ¿qué harías?
Después de varios años pude experimentar una inesperada prueba en mi trabajo, de esas que generalmente uno no quiere tener. De estar cómodo, seguro y conforme con mi tarea laboral, para la institución era momento de cambiarme de lugar, de equipo de trabajo, duplicando las tareas y con espera de resultados a corto plazo.
Fue algo que realmente conmovió mi corazón. “Señor, ¿por qué a mí?” fue mi primera expresión. Lejos de entender lo que estaba sucediendo traté de hallar respuesta en las palabras de Jesús, leyendo su palabra en Juan 15:10
“Si obedecen todo lo que yo les he mandado, los amaré siempre, así como mi Padre me ama, porque yo lo obedezco en todo.”
Jesús seguía la voluntad del Padre sin importar las circunstancias. Era un HÁBITO natural. Uno obedece porque ama. Así como un padre terrenal no ama primeramente a su hijo por su obediencia, sino por la relación familiar que le tiene, así el amor que el Padre le tiene a su hijo Jesús no es originado primeramente por su obediencia, sino por la relación fraternal que le tiene.
Entendí una vez más que si Dios lo permite, él se va a encargar de todo. Sólo debo mantenerme en obediencia a su Palabra, aprendiendo a caminar tomado de Su mano y confiando en Su voluntad, agradable y perfecta.
Ezequiel Caputo
Pastor de Adolescentes.