“Aunque la higuera no florezca,
Ni en las vides haya frutos,
Aunque falte el producto del olivo,
Y los labrados no den mantenimiento,
Y las ovejas sean quitadas de la majada,
Y no haya vacas en los corrales;
Con todo, yo me alegraré en Jehová,
Y me gozaré en el Dios de mi salvación.
Jehová el Señor es mi fortaleza,
El cual hace mis pies como de ciervas,
Y en mis alturas me hace andar.”
Habacuc 3:17-19
Aunque...
Por lo general, uno termina el año celebrando y con muchas expectativas de lo que vendrá y traerá el año que le sigue. Pues así me encontraba: con ilusiones, proyectos nuevos para alcanzar a nivel personal y, por supuesto, familiar. Hasta que, a pocos días de comenzar el año 2023 me vi envuelta en una desgracia que arrasó con todas mis expectativas y planes maravillosos. Experimenté el peor día de mi vida, en el cual un accidente trágico se llevó consigo al amor de mi vida (qué difícil es escribir en pasado, cuando uno siente tan presente todo).
Imagínense empezar así, ¡por favor! Parecía una pesadilla de la cual quería despertar. Y fue en ese preciso instante, en el que mi Dios se hizo presente, tan real que hasta podía sentir su abrazo cálido, trayendo fuerzas y renuevo a mi alma quebrantada. El dolor y la angustia parecían ser eternos, las dudas y las miles de preguntas rodearon mi mente y se apoderaron de mi corazón dolido. Sin embargo, en cada instante su Palabra se mantuvo firme para mi vida y sentí seguridad al recordar cada una de sus promesas. Me sentí muy cuidada y sobre todo muy amada, rodeada de mi familia; y la familia por elección, amigos y hermanos de la fe que no me soltaron ni un segundo y sé que no lo harán tampoco.
En la Biblia encontramos que Habacuc dialoga con Dios preguntando sobre cuestiones que tenían que ver con la maldad y la violencia humana, se quejaba bastante de la situación. Da la sensación de que Dios se limitaba a dejarlo hablar y hablar… Es así como me pregunto cuántas veces eso mismo nos pasará a nosotros, y la respuesta que encuentro es “siempre”.
Preguntamos, reprochamos, nos quejamos, y agradecemos todo dentro de un mismo circuito diario.
En el capítulo final del libro de Habacuc, el profeta expresa la majestuosidad y gracia divina, con una de mis palabras favoritas “aunque”. Así es como vivimos el día a día, con más incertidumbres que convicciones, más dudas y fallos que aciertos, más eventos inesperados que programados. Y en todas esas circunstancias, Dios se mantiene presente, con promesas maravillosas que sólo hablan de su cuidado diario y amor eterno hacia vos y hacia mí.
Muchos me preguntan: ¿cómo haces, Gise? Y mi respuesta es invariable: ¡Dios! quien me da fuerzas y hace que día a día me sienta ligera como una gacela. Sin ningún peso extra.
Es mi decisión de cada mañana y en la cual me apoyaré firmemente: “me alegraré en Dios mi libertador… es mi fuerza”. Es el deseo de mi corazón que descubras este Dios, que no te soltará ni abandonará nunca.
Gisele Caballero.
Pastora de JeA.